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viernes, 24 de junio de 2011

Salir con dignidad...

No hubo llantos ni preguntas...:ni mucho menos caras tristes; solo la respiración entrecortada y a veces profunda de quien al dar por terminadas las situaciones termina por aceptar lo inevitable.
Mi madre llegó tranquila, de tanto discutir y de tanto reclamar estábamos todos cansados. Nos alistó sin decir una sola palabra, en pleno miércoles y en menos de 20 minutos todos listos y preparado para salir como si fuera
día domingo. Mis hermanas trenzando sus cabellos sin siquiera mirarse y yo en mi mejor pantalón  de poliéster  incómodo y rígido, pero impecable y brillante, la camisa de cuadros que mi madre  confeccionó para usar sólo en días de fiesta ; todos muy guapos... pero mudos, sabíamos que no regresaríamos.
Don Cruz llegó tarde a casa, empujando puertas a patadas y vociferando contra su mujer que siempre esperaba hasta tarde para servirle la cena... habían pasado tres días antes de que repartiera su salario con los amigos de parranda, ahora con los bolsillos vacíos era hora de volver...

1 comentario:

Clédson Miranda dijo...

Sei bem de perto o que é isso, Paco...

Muitas vezes, escondemos uma furtiva lágrima na esperança de parecermos mais fortes... na tentativa de não carregar o peso da humilhação!

Ao ler esta história aqui relatada, lembrei-me da minha mãe, ao findar o seu relacionamento com o meu pai... muitas vezes, é necessário se calar, nada dizer e apenas agir: eis a nossa dignidade!

Parabéns pela forma leve de escrever, com a qual cativa os seus leitores!

Abraço forte,
Luciano